La felicidad para mí es un sentimiento. Es simplemente un estado emocional que viene hacia nosotros. Algunos estarán de acuerdo conmigo, sin embargo creerán que es algo que sólo pocos han podido disfrutar. Pero la verdad es que al pensar así cometemos un tremendo error, puesto que somos nosotros mismos los que tenemos el poder interior para decidir si queremos ser o no felices. Esto es algo que me ha tomado un tiempo descubrir. Finalmente me he dado cuenta que con nuestras decisiones somos capaces de darle un determinado rumbo a nuestra vida.
Todos cuando niños hemos soñado con lo que queremos ser cuando grandes, sin embargo, a medida que vamos creciendo, vamos dejando de lado aquellas inquietudes y anhelos porque sin darnos cuenta nos vamos frenando a nosotros mismos. ¿Cómo puede ser esto posible? pues porque el ser sociable está en nuestra naturaleza y sin querer nos vamos dejando influenciar por entes externos para obtener aprobación. Es de esta manera que dejamos entrar en nuestras mentes pensamientos que muchas veces no son nuestros, pero que se anclan a nuestro cerebro como si fueran nuestros, tales como: No puedes, no debes, no es correcto, no te conviene, no lo intentes, eso no es para ti, y un largo etcétera. Estas frases lo que hacen es grabarse en nosotros para que cada vez que queramos intentar algo nuevo y que anhelamos hacer, resurjan desde nuestro interior y nos hagan sentir inseguros. Nos frena y nos hace desistir de querer continuar. A esto se le conoce comúnmente como miedo. El miedo nos estanca en la vida, no nos permite salir de nuestra zona de confort y por ende, no nos permite descubrir qué hay más allá de ella.
Por mucho tiempo estuve evadiendo esas situaciones que me permitirían crecer. Me mantuve en mi zona de comodidad sin querer salir de ella, pues no me sentía capaz de poder hacer algo por cumplir mis sueños. Pero llegó el día en que dije ¡Basta! Yo soy capaz de llegar lejos, soy capaz de ir por lo que quiero, soy capaz de todo lo que me proponga, todo el poder está en mi cabeza. Luego de eso decidí olvidar cualquier cosa que pudo haberme dañado en el pasado, respiré hondo y me mentalicé en todo aquello para luego dar paso al perdón. Eso permitió que pudiera sacarme esa gran mochila de mi espalda que me impedía seguir adelante. Luego de eso pude al fin avanzar pasito a pasito hacia donde siempre he querido llegar. Hoy en día puedo decir que aún no consigo alcanzar todos mis sueños, pero voy con paso decidido hacia ellos, pues tengo las herramientas necesarias para lograrlo: mi inteligencia y mis ganas. Eso me hace inmensamente feliz.
